quarto de hóspedes da casa de campo

Nuestra estancia fue muy breve por lo que apenas tuvimos tiempo de interactuar con ellos, pero fueron muy agradables y hospitalarios. Nuria muy amablemente me ayudó a encontrar (improvisadamente) un lugar donde pudiese llevar a mi amigo a soplar las velas de su cumpleaños en un pedazo de tarta. Resulta que hay un restaurante a pocos metros, y a pesar de estar entre dos pueblos es grande y bonito, y los camareros fueron muy simpáticos y se volcaron completamente en ayudarme a darle la sorpresa. Hubo un pequeño imprevisto con nuestra habitación poco antes de la noche que teníamos reservada, pero nos informaron enseguida y nos ofrecieron alternativas. El lugar tiene su encanto, y tanto el sitio como sus habitantes transmiten mucha tranquilidad. Por la noche apenas vimos nada porque llegamos muy tarde y estaba oscuro, pero por la mañana Julio se ofreció a enseñarnos el lugar y explicarnos lo que hacen en los retiros espirituales que organizan.
Definitivamente una experiencia diferente, pero repetiría, aunque quizás en un tipo de viaje distinto, más tranquilo.